Mabel Suescún

Un bosque para Juan

Juan sembró árboles donde la vida le dio la mínima oportunidad. El recuerdo de su espíritu de bosque y de sus manos impregnadas del olor inmemorial de la madera nos ha motivado a crear “Un Bosque Para Juan”, un movimiento de compromiso con la vida, al que pueden acceder todos los apasionados por la naturaleza, por el planeta, por un mundo mejor, por un mundo sostenible.

Ante la ausencia corpórea de Juan, casi de manera tácita, comprendimos que la tarea de los que aún estamos acá, es continuar su legado. No sólo a manera de homenaje, sino también como una prueba de nuestra resiliencia, y de nuestra conciencia de ser parte de un sistema que requiere cambios profundos, de los cuales nosotros somos los únicos artifices.

Es por esta razón, que el sueño de Juan de sembrar un millón de árboles, es ahora nuestro sueño, el de quienes lo amamos, el de quienes compartimos su pasión por la naturaleza, el de todos aquellos que aunque no le conocieron consideren que donde se pueda, hay que sembrar vida. Sembrar árboles, hoy, mañana o en cualquier tiempo venidero, es una acción que aunque parece pequeña, contribuye a una transformación social profunda.

Los invitamos a sembrar un árbol en nombre de Juan, para que a través de nosotros Juan resucite en cada árbol, en cada bosque, y así su muerte cobre el sentido que él quiso dar a su vida.

Fotojuan “A tu espíritu libre y transformado en miles de manos acariciando la tierra donde cada árbol extenderá sus raíces”

Septiembre 2023

Seguimos sembrando árboles en memoria de Juan Manuel Campo mi hijo, me he propuesto realizar el sueño de Juan Manuel Campo mi hijo, de Sembrar un millón de árboles. El 15 de Octubre de este año se cumplen 6 años de su partida. Gracias al apoyo de muchas personas en diferentes latitudes llevamos 69.924 árboles sembrados en su nombre, sé que es posible cumplir la meta si unimos nuestras fuerzas, nuestros corazones y nuestras mentes.


Con sólo pensarlo, empiezo a percibir numerosos proyectos interesantes como sembrar bosques completos con diversidad de semillas utilizando drones… o, me doy cuenta de iniciativas públicas y privadas comprometidas con la reforestación en Colombia y en el mundo y la verdad me lleno de emoción, le pido a una amiga que me apoye en empezar a movilizar todas las fuerzas asociadas a la página de https//unbosqueparajuan/com.co y justo el día que hablamos Carlos Andrés una amigo suyo de toda la vida me manda este link https://www.youtube.com/watch?v=nqbB8E_w_PA con una bellísima canción, prueba ineludible de la conexión que nos une y que invita a hacerse participe de la iniciativa de sembrar un millón de árboles del bosque para Juan, sin duda será el himno de esta campaña.


Estoy tocando puertas y corazones de amigos, familiares, conocidos y extraños, instituciones, públicas y privadas, ONGs, emprendedores tecnológicos comprometidos con la reforestación, para pedirles que me tiendan la mano, cada uno desde su lugar para hacer una siembra masiva de árboles en nombre de un bosque para Juan.


Tengo urgencia, el afán de una persona mayor que se sabe en cuenta regresiva y quiere estar ligera de pendientes, me siento comprometida con el planeta cuya crisis ambiental no da espera, me siento comprometida con la vida en todas sus manifestaciones y apelo a ese sentimiento de interconexión que nos hace realmente humanos, no estamos separados, nos une el sentimiento, el pensamiento, la emoción, la necesidad, el altruismo, la generosidad, la solidaridad con una causa que nos convoca a todos.


Quiero que el próximo octubre en el que Juan cumple 6 años de haber sido arrancado de la vida de forma violenta, unamos fuerzas y completemos el millón de árboles. Árboles para restaurar el bosque, porque como decía Juan “tanto hemos tomado de él que estamos obligados a devolverle con creces sus regalos”.

 

Octubre 2021

El contador inexorable del tiempo marca el próximo 16 de Octubre cuatro años de tu partida y a decir verdad tu memoria se refresca cada día, en la hermosa arquitectura de los árboles, en su verde multicolor, en los bosques, en los colibríes que vienen a saludarme a la ventana, en los trabajos disciplinados de tantos colegas tuyos, de tantos maestros, que con profundo amor por la vida por la tierra y especialmente por Colombia se empeñan en educar a nuestra gente, a nuestros niños, para que aprecien y cuiden la riqueza infinita de nuestro territorio, su biodiversidad, sus especias endémicas y las que están amenazadas o en vías de extensión, para que seamos una especie respetuosa del bosque de la vida, de sus infinitas conexiones, de su equilibrio perfecto, de su permanente belleza y armonía.

Han pasado muchas cosas en este último y largo año de emergencia sanitaria. En sus inicios vi una luz de esperanza, pensé que reconoceríamos en la pandemia la fragilidad de la salud de las personas, de  nuestro planeta y una voz de alerta para frenar la contaminación, limitar el consumo que desecha irresponsablemente humos negros, aguas turbias y toneladas de plástico; que arrasa bosques y selvas, sin la más mínima consideración de la vida, de la madre de todos los habitantes del territorio y su belleza . El consumo con el que se mide el éxito de las personas, y se evidencian las desigualdades sociales, la injusticia a la que nos hemos acostumbrado como si se tratase de un paisaje que pasa desapercibido. Este año de paro nacional hubo muchas protestas,  murieron muchos jóvenes que me recordaron con intenso dolor tu partida, que de nuevo me pusieron de presente que cada vida es un universo infinito de historias y de posibilidades que se trunca, de risas que se silencian, de palabras que se abortan, de expresión única que se mutila… estos asesinatos me hicieron reconocer de nuevo la “banalidad del mal”, que según Hannah Arendt surge de la obediencia ciega e irreflexiva que no se permite el más humano de los actos: la reflexión. No se permite pensar en el impacto de nuestras acciones en nosotros mismos, en los que nos rodean, en la naturaleza,  en lo porvenir… tengo que decirlo con nostalgia que yo siempre tan optimista, he visto instalarse en mi corazón el luto de la desesperanza y un bajo continuo de nostalgia y pausada tristeza está siempre en mi corazón.

Te echo de menos, todos los días y las noches, me falta conversar contigo, no se si me escuches, no sé si trascender más allá de la vida signifique liberarse de los dolores del ego, de los dolores del cuerpo, o simplemente desaparecer… para fundirse con el océano o con el polvo de la tierra luego reencarnado en árbol, en flor, en nido de colibrí o en el escenario perfecto de la cacería vital de la supervivencia. En todo caso te echo de menos como tantas madres en Colombia que lloran la muerte temprana de sus hijos

Mireya Kurmen Gómez.

Octubre 7 del 2021.